Una palabra bonita se borra, pero lo que te hizo sentir jamas.

domingo, 29 de julio de 2012

H: He conocido a una chica, Gin. P: ¿Qué clase de nombre es ese? H: Pues el nombre de una loca, una que hace lo que le da la gana y no le da explicaciones a nadie. P: Pasame la botella H: Gin, solo ella puede tener ese nombre y que no te entren ganas de reírte. Me gustaría que la conocieras. P: A mí también me gustaría, si estás aquí lloriqueando hablándome de ella debe ser especial. H: Estaba en el garito al que siempre íbamos. La última vez que estuve fue contigo. P: ¿Y qué? ¿Alguien me manda saludos? H: No sé, parecía como si no conociera el sitio tío. La gente era la misma pero estaban todos cambiados. P: Es el síndrome del campamento de verano. H: ¿Qué es otras de tus teorías? ¿No? P: Igual que el campamento. H: ¡Ya estamos! P: Y te lo pasas de puta madre. El mejor verano de tu vida piensas. Vuelves a casa y te tiras todo el año pensando en el próximo campamento, en volver a repetir todo mejor, y entonces llega y todo ha cambiado: los monitores, las chicas, tus colegas están raros, son extraños ya. H: Mmmm... P:Y caes, los mejores años fueron esos... los mejores... y nunca se van a repetir. H: Veo a Katina. Está hecha una mujer. No te olvida Pollo. P: ¿Y Babi? ¿La has visto? H: No me atrevo. Pollo: Hay que perdonar, y perdonarse. Pasar página. ¿No tendrás un cigarrito? H: Pero si tu nunca has fumado amigo. P: Es verdad.

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